Esta semana fue de volver a pensar, pensar en mi y en todo, pero cuando me sentí abrumada por ese estrés catártico que te lleva hasta el final de esos pensamientos...me dí cuenta que la vida no es complicada y todo reside en vivír hoy.
Ayer finalmente tome un espacio para mi yo desbalanceado, camine hasta el café para reencontrarme con mis amigas esperando entrar en un estado de tranquilidad inmediata. Pero, la vida no es así, cuando menos lo esperas te pone pruebas. Ahí estabamos las tres llorando por algo sumamente importante que nos hizo unirnos una con la otra. Nos miramos, nos sorprendimos para finalmente concluír que la fe mueve montañas y solo nos queda esperar las nuevas buenas dejando todo en manos de Dios. Con esa fe que todo lo mueve y todo lo puede...esperando todo en bien y para bien.
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