7/3/08

Hoy me siento Tita...


Tita sintió que una violenta agitación se posesionaba de su ser: enfrentó firmemente la mirada de su madre mientras acariciaba el chorizo y después, en lugar de obedecerla, tomó todos los chorizos que encontró y los partió en pedazos, gritando enloquecida. - ¡Mire lo que hago con sus órdenes! ¡Ya me cansé! ¡Ya me canse de obedecerla! Mamá Elena se acercó, tomó una cuchara de madera y le cruzó la cara con ella. - ¿Usted es el culpable de la muerte de Roberto! - le gritó Tita fuera de sí y salio corriendo, secándose la sangre que le escurría de la nariz; tomó al pichón, la cubeta de lombrices y se subió al palomar. Mamá Elena ordenó que quitaran la escalera y que la dejaran pasar toda la noche ahí. Mamá Elena no podía hacerlo pues soló había una cosa que temía en la vida y era el miedo a las alturas. No soportaba ni el pensamiento de tener que subir por la escalera, que media siete metros, y abrir hacia fuera la pequeña puerta, para poder entrar. Por lo tanto le convenía fingir más orgullo del que tenia y mandar a otra persona para que bajara a Tita, aunque ganas no le faltaban de subir personalmente y bajarla arrastrándola de los cabellos. Chencha la encontró con el pichón en las manos. Tita parecía no darse cuenta de que estaba muerto. Intentaba darle de comer más lombrices. El pobre tal vez murió de indigestión porque Tita le dio demasiadas. Tita tenia la mirada perdida y miraba a Chencha como si fuera la primera vez que la viera en su vida. Chencha bajo diciendo que Tita estaba como loca y que no quería abandonar el palomar. -Muy bien, si está como loca va a ir a dar al manicomio. ¡En esta casa no hay lugar para dementes! Y efectivamente, de inmediato mando a Felipe por el doctor Brown para que llevara a Tita a un manicomio. El doctor llego, escucho la versión de la historia de parte de Mamà Elena y se dispuso a subir al palomar. Encontró a Tita desnuda, con la nariz rota y llena de suciedad de palomas en todo el cuerpo. Algunas plumas se le habían pegado en la piel y el pelo. En cuanto vio al doctor corrió a un rincón y se puso en posición fetal. Nadie supo que le dijo el doctor Brown durante las horas que paso con ella, pero al atardecer bajo con Tita ya vestida, la subió a su carretela y se la llevo.

Chencha, corriendo y llorando a su lado, apenas alcanzo a ponerle a Tita en los hombros la enorme colcha que había tejido en sus interminables noches de insomnio. Era tan grande y pesada que no cupo dentro del carruaje. Tita se aferro a ella con tal fuerza que no hubo mas remedio que llevarla arrastrando como una enorme y calidoscópica cola de novia que alcanzaba a cubrir un kilómetro completo. Debido a que Tita utilizaba en su colcha cuanto estambre caía en sus manos, sin importarle el color, la colcha mostraba una amalgama de colores, texturas y formas que aparecían y desaparecían como por arte de magia entre la monumental polvareda que levantaba a su paso...(fragmento de la novela "Como agua para chocolate" de Laura Esquivel)
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Yo no se tejer pero hoy desearía tejer una larga colcha y olvidarme de todo, quiero revivir una parte de mi que dos personas mataron hace unos años y que tú no conoces (una mujer mas sensible)...me decepcione de alguien demasiado importante. Nada es perfecto, odio la falta de honestidad en los seres humanos. Siento que nada volverá a ser lo mismo ya el tiempo me dará una experiencia mas, ni yo misma soy perfecta.

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