30/10/17

Doña Mari...

Existen ángeles terrenales, Dios los coloca en tierra para ayudarnos. Estos ángeles terrrenales son personas que han amado, sentido y vivido, A Doña Mari la conocí cuando una parte de mi se desconecto del mundo y deje de ser yo. Ella con sus años a cuesta, con sus experiencias vividas dijo que volvería a reconectarme conmigo; que eso me haría más fuerte, que las decisiones uno las toma cuando se aburre o deja a un lado su esencia.

Doña Mari no se equivocaba, le conté que creí haberme enamorado y no fue así, porque uno no se enamora de alguien que nunca existió. Fue como si de mis ojos cayera una gran venda y también hubiera caído a un gran abismo llamado decepción.  Y finalmente, observado lo que no desea ver. Un abismo lleno de astío, fastidio y aburrición, Era algo bastante extraño, que hoy en mi presente no logró comprender. El pasado, ya no es nada, ni recuerdos, es como si nunca hubiese existido, ni sentido. Es como si mi decepción hubiera matado el amor. Creo que me duele no sentir nada, con lo que un día significó tanto. Hace dos años empecé a enojarme conmigo, porque a pesar de no ser feliz creía firmemente en cumplir mis promesas, renunciando a mis sueños. Creí que el amor podía salvar todo y más la comunicación, sin percatarme que la comunicación no existía. Me deje de amar, por amar a alguien que ni si quiera compartía mi visión espiritual, ni mis amistades, ni mis sueños. Para él en esencia era una completa desconocida. Yo era una desconocida que guardaba secretos en lo más profundo de mi piel y poesía en mis pasiones. El merecía una mujer más a él, una mujer que compartiera sus valores. 

Al final del día todo es temporal. El sufrimiento es una decisión y me asombro más que no sufría y pensé ¿por qué llame amor de mi vida algo que me alejo de mi? El amor de mi vida, debe ser aquel que me acerca a mi esencia y me complemente. Aquel que entienda que comunicarse no es decir que todo está bien o mentir. La mentira es la peor característica de alguien. Han sido muchos días, tardes y noches cuestionandome si existe en realidad el amor. He aprendido a volver a estar conmigo y acariciar cada rincón de mi existencia, me he perdonado por tenerme en el olvido y me he prometido jamás renunciar a mi. He llorado por abandonarme y no hacer caso muchas veces a mi intuición que me decìa que no quería seguir ahí. Yo necesitaba paz, esa paz que solo se da uno mismo, sin nadie al lado. Por eso, no me he encontrado en la mirada de varios ojos, nadie es sustituible, menos uno mismo. Y mi lección trato de eso, ser menos severa conmigo y más amorosa.

Un día, donde me abracé a mí misma entendiendo qué hay decisiones que no podemos postergar y encontré a Doña Mari, sentada en la mesa. Un silencio abismal se apoderó del entorno. Me miró fijamente a los ojos y dijo la vida no ha sido justa contigo. Sin embargo, se que lo será, porque estás entendiendo muchas cosas y eres más fuerte. En silencio, me acerqué  y me incorporé a la mesa. Le pregunte: ¿exíste el amor? Dijo: ¡sí! Y yo manifesté: cuénteme...

De repente, me percaté que tenía prendido su radio, sin atender lo que se escuchaba, insistí ¡cuénteme, por favor! ¿Conoció el amor? Asintió con su cabeza ¡sí! Fue así como Doña Mari me contó su historia:

...en proceso




0 comentarios: